marianoCatalunya va bien. 1,8 millones de movilizados fue la cifra aceptada como correcta en la diada de 2014. En 2015 la cantidad se redujo a 1,4 millones. En 2016 la cuestión se ha cerrado con ochocientos mil. Un millón de personas menos en dos años es un dato que ha de poner de los nervios a los caudillos secesionistas. Todos rehúyen hablar de números (no habla de ello, por supuesto, la prensa subvencionada), porque son demasiado regresivos para las aspiraciones rupturistas. Ni la ANC ni OC han publicado cuántas fueron al final las inscripciones previas recibidas. La transparencia no es, ni ha sido, ni será jamás una cualidad de los separatistas. Si lo fuera, publicarían también cuántos kits “diada” vendieron y a cuánto ascendió el total de la mordida que probablemente percibieron por cada billete de autocar expedido. Constituiría una especie de homenaje a los benditos y sumisos contribuyentes sin los cuales las cinco algaradas callejeras no se hubiesen celebrado puesto que se supone que no reciben subvenciones oficiales. Además, con la publicación facilitarían la determinación de la cantidad de asistentes.

Conocer la cifra con la mayor exactitud haciendo una ponderación de los que aún no tienen derecho a voto, es esencial para que el muy honorable president pueda tomar con conocimiento de causa la decisión de convocar un referéndum o pedir que se convoque con el refrendo, a su vez, de las Cortes españolas. Si después de tantas idas y venidas con el referéndum, el muy honorable hiciera las previsiones que hizo míster Cameron con su famoso brexit, la vergüenza que pasaría podría ser horrenda, sin embargo, la seguridad de que hacen gala los separatistas respecto a que ganarían  un referéndum parece ser infinita, cuando la realidad es otra muy distinta. Además, es imposible convocarlo porque la Constitución lo prohíbe.

Que se hayan perdido un millón de manifestantes en dos años (aunque ochocientos mil todavía sean demasiados), dice mucho a favor de la inteligencia y racionalidad del pueblo catalán y muy poco a favor de los caudillos que tratan de embaucarle. Uno de esos caudillos llama especialmente la atención. Se trata del obispo de Solsona. El hombre en su efervescencia ha olvidado que católico equivale a universal (sin fronteras) e hizo un llamamiento para que todos sus acólitos participaran en la diada. No es muy cristiano promover la desunión ni la desintegración de los países.  ¿Se ha enterado de ello el Vaticano? ¿Sabe el obispo que con la república catalana se quedaría sin Tratado con la Santa Sede y con ello sin la crucecita en la declaración del IRPF gracias a la cual percibe su salario?

M. Riera