La portavoz del govern ha llamado a la movilización para proteger y solidarizarse con la señora Forcadell y así convertirla en aspirante del separatismo catalán a la canonización como ya lo es don Artur y algunos más. Lo que propone la portavoz son “movilizaciones unitarias y contundentes”, no es una movilización, son varias. Es curioso que incluso en eso promuevan la división ciudadana, aunque, van con exquisito cuidado, disfrazan los conceptos y puntualizan que la(s) algarada(s) ha(n) de ser pacíficas, cívicas y demostrar que en este aspecto Catalunya está muy bien educada y puede ser ejemplo de buenas prácticas para el mundo entero. Quien acude a una movilización, salvo que sea religiosa, lo hace porque está molesto o rabioso por algo, puede que la forma sea pacífica, pero, el fondo nunca lo es.
Un político, una política (mujer que se dedica a la política) tendría que ser capaz de resolver sus problemas por sí mismo (a), de lo contrario es evidente que no sirve para ejercer la función que está ejerciendo. ¿Cómo se pueden resolver problemas ajenos si las capacidades con las que se está dotado(a) no permiten resolver los propios y se tiene que pedir la colaboración masiva del pueblo? ¿Con qué compensará la señora Forcadell la dedicación, el tiempo y el esfuerzo de acudir a las movilizaciones?, ¿pagará al menos el desplazamiento en taxi o en bus y un tentempié con bebida no alcohólica? Ese tipo de apoyos no han de obtenerse a coste cero. Como mínimo tendría que compensarlos con el reconocimiento explícito de que no está preparada para el cargo que democráticamente se le otorgó. La democracia tiene eso, no ha previsto que ciertos cargos deberían concederse por valoración de méritos tras concurso-oposición abierto y no por votación de correligionarios y adeptos.
Es peligroso que los políticos que sostienen una ilegalidad, se corporativicen para soliviantar a los ciudadanos. El ejemplo que dan es muy pernicioso y puede acabar con la paz social.
Para animar a la movilización, la señora portavoz dice que “nos miran y nos observan desde fuera”, Está equivocada. La realidad es otra muy distinta, a los de fuera la llamada “cuestión catalana” les trae al pairo. No sienten tan siquiera la curiosidad de saber cómo va a acabar la historia porque el desenlace no presenta ninguna incógnita, sólo basta documentarse que fue lo que ocurrió en el celebrado año de 1714. Una forma de documentarse es leyendo la novela Victus en versión original: castellano.
M. Riera