Si habitualmente te sientes incómodo/a en tu soledad o piensas que te gustaría ser diferente en algunos aspectos seguramente sufras problemas de vergüenza y autocrítica destructivas, y lo que se esconde detrás de éstas es un miedo al rechazo. Éstas actúan como mecanismos defensivos que nos causan aislamiento de los demás y muchas otras formas de malestar. Para aprender a gestionarlas, vamos a sugerir a continuación algunas claves y recursos potenciales que podemos emplear para superarlas.
La verguenza se manifiesta de muchas formas, por ejemplo, no querer reconocer ni admitir los propios errores y dificultades (lo cual bloquea el crecimiento como persona y dificulta mostrarse natural y espontáneo antes los demás), no confiar que uno mismo/a pueda conseguir una meta deseada, puede susurrarnos algo así como: “no eres capaz de conseguir esto, acuérdate de aquella vez que intentaste aquello y no salió bien…”. Los antídotos que pueden servirnos para superar esto pueden ser:
- Trabajar el “soy capaz”: sentirnos capaces de conseguir lo que nos propongamos, no ceder al desánimo, generar des del interior energía y motivación. Podemos ayudarnos con frases motivadoras, palabras positivas, movimientos enérgicos o de impulso, gestos de determinación y osadía… nos podemos decir, por ejemplo: “¡yo puedo conseguirlo!”/ “¡voy a hacerlo!”/ “aunque tenga miedo e inseguridad, ¡lo voy a intentar con todas mis fuerzas!”. Probad a generar esta energía de motivación y confianza en vuestro interior, al principio puede plantearse como un experimento o un juego, sin prejuzgar lo que vamos a sentir pero realizándolo con cierta convicción.
- Conocer la autocrítica y afrontarla: la crítica a uno mismo/a refleja lo que nos asusta que otros nos critiquen. En ocasiones se puede experimentar el rechazo de los demás y esto evidentemente puede provocar dolor, pero en muchas ocasiones este rechazo no existe, la situación temida no se produce, anticipamos una crítica negativa allí donde no hay nada. La forma de abordar esta percepción errónea y dañina es desde la autocompasión, sabiendo que las personas somos imperfectas, no exigirnos cambiar como somos y decidir no seguir autocriticándonos.
Ejercicio para casa: la próxima vez que te asalte la vergüenza no trates de huir, prueba a permanecer en la situación “entregándote a ella”, por ejemplo, en el caso que te abochorne que otro te juzgue en algún sentido puedes reflexionar con honestidad: “me abro a que puedas pensar esto u lo otro de mí, no voy a esforzarme para que no lo pienses, no voy a luchar”. El sentimiento de vergüenza que aparece es correcto, no debemos juzgarlo como “malo” y autorreprocharnos diciéndonos que somos estúpidos/as por tenerlo, simplemente le permitimos que aparezca, le dejamos expresarse.
·Concéntrate en los demás: La vergüenza suele aparecer cuando creemos que sobresalimos sobre el resto del grupo ya que nos da miedo hacer el ridículo. Entonces, concentrarte en los demás en vez de en ti facilita mucho superar la timidez
·Habitúate a hablar delante de más gente: aunque no te des cuenta, te estarás entrenando y tu cerebro irá comprendiendo que hablar delante de otras personas no supone ningún riesgo
·Si has estado evitando decir algo, puedes escribirlo y ensayar antes: ensaya el escrito frente al espejo hasta que te sientas cómodo/a
Por último…
- Empatízate contigo: A la mayoría de nosotros nos cuesta sentir empatía por nosotros mismos y nuestro sufrimiento emocional, ni siquiera nos percatamos que sufrimos muchas veces. Si conectamos con nuestra capacidad de dulzura y aceptamos que la imperfección es algo inevitable en la naturaleza humana estaremos comenzando a vivir más seguros, aceptados y confiados.
El psicólogo americano Rosenberg recomienda para estar en paz con nosotros mismos modificar nuestros diálogos internos para que expresen empatía hacia nuestras necesidades humanas. El método que propone para lograrlo es formularnos 4 preguntas:
- Qué estoy observando
- Qué siento
- Qué necesito ahora mismo
- Qué peticiones puedo-quiero hacerme, o hacerle al otro
Recuerda que la forma de afrontar nuestro sufrimiento emocional, a veces tan sutil como los sentimientos de culpa, soledad, o cuando vemos nuestros defectos, es des de la compasión. Por eje. cuando nos encontremos un defecto al mirarnos al espejo, debemos reconocer inmediatamente el sentimiento doloroso que nos produce ser imperfectos y ofrecernos una repuesta cariñosa y de comprensión a cambio.
Lucía Rodríguez
Psicóloga