¿Te cuesta creer los cumplidos que recibes?, ¿te preocupa cómo te comportas ante los demás?, ¿te cuesta decir lo que piensas realmente en público?, ¿a menudo dejas de realizar algo porque una sensación de incapacidad te supera? En este artículo abordaremos la timidez y cómo gestionarla adecuadamente…
La timidez proviene del miedo al rechazo. Pretende ocultar algún defecto propio que considera que, si se viera, podría provocar rechazo. Se relaciona con la necesidad de reconocimiento, de ser valorado por los demás. La timidez funciona como los muros y puertas de un castillo que se cierran. Así bloqueamos la posibilidad de que los del exterior puedan ver “nuestras debilidades”, los lugares del castillo que yo anticipo que el otro va a atacar o que no serán de su agrado.
La vergüenza surge del miedo a la burla o a la humillación. Se manifiesta como el deseo de huir de la situación (en que sentimos vergüenza) a toda costa. La vergüenza es una auto-crítica negativa que refleja el miedo a no valer, produciendo un sentido del ridículo. Las críticas que recibimos o tememos recibir y la vergüenza que sentimos activan el sistema de amenaza/protección.
La vergüenza no son sólo los pensamientos negativos de “no puedo”, “no soy lo bastante bueno y los demás lo saben” sino que también aparece cuando sí que nos atrevemos a hacer cosas, cuando podemos, cuando somos buenos, en forma de… «¿quién te crees que eres?»
A continuación te propongo 7 pasos para superar estas emociones y creencias negativas que nos producen malestar y sufrimiento:
- Sustituir autocrítica negativa por compasiva: la cual construye lo positivo, valora lo que hicimos bien y considera los puntos a mejorar
- Aprender a reirte de ti mismo/a: reirnos de nosotros mismos es una de las estrategias más eficaces que exiten contra la vergüenza, ya que nos ayuda a normalizar, naturalizar esa situación que tanto incomoda
- Atrévete a hacer el ridículo: es una forma divertida y eficaz de disolver el miedo producido por la vergüenza y la timidez que nos atenaza e inmoviliza
- Enfréntate a tus miedos: para superar los miedos debes tomar conciencia de ellos y deshacerlos. Por ejemplo: si te da vergüenza saludar, saluda tú primero. Si te da vergüenza forma parte de una conversación, propon un tema de conversación en el que te sientas cómodo
- La timidez y vergüenza se asocian con el perfeccionismo y la autocrítica, los cuales son peligrosos factores que nos predisponen a padecer ansiedad, depresión, etc. Así pues, hemos de trabajar en tolerar la vulnerabilidad. Aceptar y dejar de luchar contra la propia vulnerabilidad no nos convierte en débiles, al contrario, nos llena de coraje. No oponer resistencia a que se vean nuestras debilidades y fracasos nos hace seres humanos auténticos, y nos permite conectar con los demás
- Si soy vulnerable significa que estoy viva: esto repercute en una mayor tolerancia a la incertidumbre, porque sabes que a pesar de tus fracasos seguirás siendo una persona digna y válida. Dejas de intentar controlar y predecir al detalle (lo cual te estaba generando malestar psicológico: ansiedad y estrés) porque comprendes que lo te hace vulnerable te hace hermoso/a también. La búsqueda de perfección no es una visión real sino distorsionada y puede causar además mucho daño a uno mismo.
- Sé amable contigo. No te condenes por no poder salir ya mismo de la vergüenza y autocrítica, ya que es un proceso lento que requiere mimo y paciencia. La compasión nace al ser amable primero contigo y luego se extiende de forma natural a los demás, como una onda expansiva.
En próximas publicaciones, abordaré más estrategias y técnicas que podemos emplear para acompañarnos en este proceso de regular la vergüenza, la timidez y la autocrítica.
Lucía Rodríguez
Psicóloga