
A lo lejos se dibuja
una silueta delgada
cada vez que apunta el alba
sacra, de Semana Santa,
y se dibuja un madero
por un hombre arrastrado.
Es Jesús, el Nazareno,
subiendo al Monte Calvario.
Lo sigue Santa María
todo de negro penando:
es la madre dolorosa
ahogándose en el llanto.
Es semana de dolor
y de procesión cristiana;
de pasos y costaleros
porque su fe lo demanda;
de redoble de tambores
y cornetas afinadas.
Los creyentes en el mundo
celebran Semana Santa.
Esos días de Pasión
que arraigados y sin mancha,
sirven para expresar
los sentimientos del alma.
Francisco Barbachano