Roberto Giménez
Roberto Giménez

La primera novela que me emocionó de chico fue de Julio Verne (Miguel Strogoff, el correo del zar). Arturo Pérez Reverte dice que el Conde de Montecristo de Dumas es la novela de aventuras perfecta. No lo discutiré, que tiene más letras que yo, pero la mía es la de Julio Verne.

Este escritor francés de éxito fue un vidente adelantado cien años a su siglo.

El secreto de ver el futuro se lo llevó a la tumba porque antes de morir quemó su archivo ológrafo donde estaba la arqueta de su tesoro. Cuentan sus biógrafos que era miembro de la Sociedad de la Niebla. Una sociedad secreta que juraba ocultar, bajo amenaza de muerte, su pertenencia a esa misteriosa sociedad que manejaba información sensible que posiblemente le permitió describir algunas páginas del futuro.

Pensará, paciente lector, que diantres tiene que ver Verne en una columna política. Alguna conexión tiene aunque sólo sea metafórica porque hace unas semanas un contacto de absoluta confianza me pasó un informe redactado la primera semana de enero de los que en instancias oficiales se llama ‘fuentes cerradas’ (disculpen: no puedo ser más explícito), que sería algo así como la Sociedad de la Niebla parisina, continuo con el tropo.

Lo tuve que leer tres veces. No porque el escrito fuera críptico como en mis años mozos que militando en la clandestinidad los números de la agenda telefónica de los camaradas salvo el primer número los demás los restaba al nueve… No, en este informe las palabras eran claras. El problema es que rompen mi esquema mental.

La primera lectura me pareció un informe de ciencia ficción (he aquí a Verne). En una segunda lectura más pausada quedé perplejo, digamos con una sensación de estar en fuera de juego. Y la tercera con la sospecha de que hay que revisar todo lo que crees que sabes. La duda cartesiana: duda de todo para entrever la luz que te permita ver en la oscuridad.

Tengo que advertirles, quienes hayan leído algunos de mis artículos ya han caído en la cuenta, que no formo parte del Club de los conspiranoicos. De hecho, la llamada navaja de Ockham que dice “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”, es mi premisa inicial. Luego ya se verá, y casi siempre es la primera.

conspiracion

Hecha esta advertencia, agárrense los machos: este informe indica que el proceso separatista está teledirigido desde el exterior. Ni la ANC ni las Forcadell. La catalana terra está abonada por la larga siembra de Pujol, pero el generador es otro. La chispa tiene una mano negra.

Esta es la primera frase del informe: la estructura del activismo independentista es internacional [paradójicamente], y piramidal. Es una estrategia desestabilizadora no tanto con fines políticos, sino económicos. Han levantado banderas falsas en operaciones de inteligencia económica.

Sigue el informe diciendo que detrás no hay identificados Estados, sino grupos económicos de presión con intereses especulativos. La economía global permite estas nuevas Sociedades de la Niebla (la frase es mía por lo de Verne). El objetivo no tiene fines políticos o separatistas, sino que son utilizados para producir inestabilidad económica en diversas focos de atención como el que estamos padeciendo en España.

Esta red internacional tiene en España, concretamente en Bilbao, una franquicia que según la investigación señala a ENA (Euskal Nortasun Agiria) como la encargada de crear núcleos disgregadores en todas las comunidades autónomas, no sólo las históricas, pero en la nuestra ha cogido más fuerza porque tenía la lenta siembra de Pujol. Es una mala hierba pero con profundas raíces.

Esta organización en España está organizada y funciona en red, el nombre de sus gestores es Red Independentistak (Estrella verde)

No digo que sea así, sólo doy a conocer el informe leído que no es apócrifo. Conozco a quien me lo ha enviado. Es de mi confianza. Sé que parece increíble, yo no me lo creí en una primera lectura. En una segunda quedé en fuera de juego, la tercera se la dejo para ustedes…

 

Roberto Giménez