Josep Ramon Bosch
Josep Ramon Bosch

El primer jefe de los Mossos d´Esquadra se llamó Veciana y cumplió la ley. El último se llama Trapero y amenaza de no cumplirla.

El señor Josep Lluís Trapero, ha ordenado que cualquier atestado realizado por los Mossos d’Esquadra en el que se acuse a terceros de casos de sedición en Cataluña le sea remitido “sin excepción”, para que él sea quien tome las decisiones, en un intento de burlar las directrices del fiscal jefe de la Audiencia, Javier Zaragoza, que ordenó el pasado 5 de noviembre por escrito a los Mossos d’Esquadra que comuniquen al juzgado de guardia de la Audiencia y al ministerio público “cualquier hecho” que busque ejecutar la resolución del Parlament una vez sea suspendida por el Tribunal Constitucional.

El comisario Trapero, en una entrevista al periódico separatista “Ara” (diario portavoz de la desconexión de Catalunya con el resto de España, y cuyos promotores fueron el empresario Artur Carulla, del grupo alimentario Agrolimen, y Fernando Rodés, director ejecutivo de Havas), se quejaba amargamente, de que la conocida “Operación Petrum” contra la corrupción de “Convergencia”, la llevaban las fuerzas de seguridad “Españolas”, es decir la Guardia Civil, y no los Mossos. Seguramente revivía con resentimiento la denuncia que interpuso, hace unos meses, la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (¿Qué coño es la UDEF? Como dijo el capo Pujol); y que publicó el periódico “El Mundo”; sobre la investigación de los Mossos en el llamado caso “Palau de la Música”. En dicha denuncia, la policía española detectó irregularidades en lo referido a la custodia de algunos documentos requisados durante los registros, y se afirmaba que los Mossos que comandaba el señor Trapero, ocultaron o destruyeron pruebas clave, entre ellos, un archivo en el que la directora financiera del Palau se refería a un pago al hijo de Jordi Pujol. Además la policía aseguraba que no se incorporaron al sumario varios documentos, entre ellos, un anónimo que relataba el «entramado societario» del padre de Artur Mas en Liechtenstein para recibir comisiones que –según el documento- una parte era desviada al presidente de la Generalitat.

No olvidemos que el promocionado comisario manifestó en la emisora pública “Catalunya Ràdio” en el año 2013, que en caso de que se convocara una consulta unilateral sobre la secesión de Catalunya, y el gobierno español ordenara que se retiraran las urnas, los Mossos no acatarían las órdenes, porque «la responsabilidad de los Mossos es ser la policía del país y estar preparados ante cualquier acontecimiento de Catalunya”.

Ahora que Catalunya vive un proceso autodestructivo y de profunda división social debido al inicio de la desconexión separatista, es el momento de recordar la historia de nuestra policía autonómica, los Xichs de Valls como fueron conocidos primigeniamente. Una organización que siempre fue calificada de “botiflera” por los irredentos seguidores del archiduque Carlos, y que en Román paladino podría traducirse como, un cuerpo colaboracionista con el enemigo y traidor, pero “stricto sensu” los Mossos fue un cuerpo que se creó exclusivamente para hacer cumplir la ley.

Todo empezó en la llamada “Guerra de sucesión” al trono de España, tras la muerte sin descendencia de Carlos II “el Hechizado”, por cuyo cetro real las casas reales Europeas se batieron en suelo hispano. Los Habsburgo (conocidos como austracistas o vigatans) y los Borbones (felipistas o botiflers), decidieron entablar una guerra internacional para asumir las riendas de una España en horas bajas, y se tradujo en un cruento enfrentamiento entre españoles, y también entre catalanes. Para la manipulada historiografía nacionalista, la contienda de 1701-1714 fue una “Guerra de secesión” y por tanto de separación, y que resumieron a finales del 2013 en un eslogan que hizo fortuna en la Catalunya extasiada en el proceso de separación, durante un simposio orquestado y financiado por las cloacas secesionistas: “España contra Catalunya” y que supuso el inicio de los desvaríos historicistas que vivimos en Catalunya rememorando “el tricentenari de la derrota”, y con el 11 de Septiembre (fecha de la caída de la ciudad de Barcelona en manos borbónicas) como la jornada en la que se manifiestan los separatistas con alambicadas performances. La victoria de las tropas borbónicas sobre los austracistas, supuso el fin de las viejas y arcaicas instituciones forales catalanas (Consejo de Ciento, Diputación General, los brazos, la corte, la «Coronela», entre otros), y el advenimiento de una nueva estructura estatal; centralizada y moderna; debido a la implementación del “Decreto de Nueva Planta”, que según el discurso monocorde separatista supuso el fin de la nación catalana.

Con la victoria de las armas angevinas y para evitar desmanes en las zonas rurales catalanas, las nuevas autoridades felipistas, se decidió la creación de un grupo policial llamado primero como “els Xichs de Valls”, después “Mozos del Bayle o Batlle de Valls”, también els nois d’en Veciana, Esquadres de Mossos, Minyons de Muntanya, Esquadres de Barcelona, y durante buena parte del siglo anterior el de Escuadras de Cataluña, y legalizados por un real decreto del Capitán General de Cataluña datado el 24 de diciembre de 1721

“Mossos d´Esquadra” al final, dirigidos y comandados por el alcalde de Valls, Pere Anton Veciana y Rabassa (de linaje catalán indiscutible), los Mossos se dedicaron a perseguir y ajusticiar a todos los austracistas (también llamados “Miquelets” o “Maulets”), que seguían defendiendo la España foral y tradicionalista que se concentraban en las zonas rurales del interior catalán. Fueron pues, los Mossos, el garante de la imposición de la centralización tan denostada por los inventores de mitos que tanto abundan en la vieja Marca hispana y nacieron exclusivamente para hacer cumplir la ley. Els xichs de valls, feroces catalanes y catalano parlantes, que aplicaron la ley “manu militari” sin concesiones a los enemigos.

Formados por agentes civiles que se profesionalizaron, llegaron a alcanzar hasta los 3.000 hombres a finales de 1714. Veciana puso en marcha un innovador sistema de «fichas criminales», conocidas como «sumarias» para conocer a los rebeldes, al tiempo que sistematizó la información policial, creando una red de confidentes por el territorio, y organizó los primeros agentes infiltrados en el campo sedicioso. En 1735, Veciana renunció al cargo por motivos de edad y entonces el capitán general traspasarlo a su hijo Pedro Mártir Veciana, desde entonces el mando del cuerpo recayó siempre hereditariamente en la familia Veciana durante cinco generaciones, hasta el 1836, momento en que las comandancias de los Mossos se trasladaron de Valls en Barcelona.

No hay duda alguna del origen legalista, realista, borbónico y españolista del cuerpo de los Mossos (la primera policía moderna de la Europa occidental), a pesar la falsificación del pasado que se intenta hacer a través de las historias impostadas, los libros editados por la Generalitat e incluso la página web oficial, contando falacias y obviando verdades. Pero la historia es la que es, y Nuria Sales retrata en el libro «Historia de los Mossos de escuadra» quienes fueron y que representó este cuerpo: “L´origen de les esquadres és tan filipista com el seu fundador: a la guerra de successió s´anomenaven esquadres les partides de paisans armats filipistes.” Los colores de los Mossos (azul y rojo) pertenecen a los de la corona francesa, que como relata Sales: «A través de las épocas, quedan como constante en uniforme de los mozos de escuadra los colores azul y rojo -colores borbónicos-, el gambeto y la curiosa mezcla de alpargatas y sombrero de copa», el sombrero de copa francés, introducido en España por el Rey a su advenimiento y usado por sus partidarios como distintivo borbónico.

Los Mossos de escuadra existieron hasta el año 1868, fecha en la que el general Prim, catalán e hispanista, decretó la disolución de las Escuadras de Cataluña y su sustitución por la Benemérita. Justificó su final, jaleado por la mayoría de los municipios catalanes, en que la Guardia Civil era pagada por el Estado Español y en cambio los Mossos debían ser sufragados por los ayuntamientos y por las diputaciones provinciales. En 1876 retorna la monarquía borbónica con Alfonso XII, y el cuerpo se reinstaura en la provincia de Barcelona pero no en toda la geografía catalana, ​​ya que las diputaciones provinciales de Girona, Tarragona y Lleida no quieren hacerse cargo de su mantenimiento. La restauración del cuerpo policial fue ampliamente rechazada por los dirigentes de la Mancomunidad encabezados por Prat de la Riba, al constatar que se trataba de una rémora del pasado ligada a una historia de “botiflers”.

 

De aquella animadversión contra las Escuadras, latente a olvidada, resucitó después de largos años a la caída de la Dictadura del General Primo de Rivera, con una campaña de Prensa tan desfavorable que el mismo 14 de abril de 1931, al proclamarse la República, «fue necesario detener unos brazos que iban a defenestrar el retrato del Comandante Veciana después de haber lanzado a la calle el del Borbón».

 

Hoy los Mossos, unas fuerzas de seguridad moderna y fiable, no pueden ejercer un papel de traidores a la ley que siempre defendieron. El pasado lunes 9 de noviembre el Parlament de Catalunya aprobó la resolución que proclama el inicio del proceso hacia la independencia, y en el que se aboga por desobedecer a las instituciones españolas (empezando por el Tribunal Constitucional) e insta a la Generalitat a cumplir solo las leyes emanadas de la Cámara autonómica. Esperemos que el señor Trapero y sus valientes “Xichs de Valls” no sean unos botiflers y cumplan, como siempre han hecho, con la ley.

Y como dice la canción:

“Si voleu valents de mena

Anau ab los catalans,

Sobretot los de l´Esquadra

Sobre tot los xichs de Valls”.

 

Josep Ramon Bosch

Historiador