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El reloj de pie toca las cinco de la tarde. A esa hora en el Tanatorio de Granollers de este jueves, 26-F, casi todos los que le querían le han despedido.

Ha muerto Santi Cucurella, el alma máter de La Fundació Universitària Martí l’Humà de La Garriga, de la FUMH ¡y de tantas otras cosas!

Me he enterado esta mañana leyendo la carta de César Alcalá. Me he quedado muerto. Estaba en la cama, no por la galbana. Desde que una bala traicionera me perforó la médula he dejado de madrugar. No es que duerma más, pero me he amoldado a mi circunstancia.

Busqué la hora del entierro…

A las cinco de la tarde me he puesto a escribir esta Carta que suplanta a la que quería dedicar al rector de Sant Esteve, Lluis Pou, y me tropiezo con otro inesperado deceso: Goyo Martínez, periodista y escritor de Mollet. Goyo sólo tenía 47 años. Hace muchos años escribió en el Vallés… se me amontonan los muertos.

La muerte es una cosa que les sucede a los demás, creen los jóvenes, y hacen bien en mirarla desde la lejanía. Es una mentira, pero está bien. La muerte es un saltimbanqui. Viene y desaparece, pero nunca se olvida de volver, y este miércoles llamó a la puerta de Santi. Vuelvo a Cucurella.

La vida te enseña que cuando no entiendes una cosa es porque te falta un dato esencial para entender el puzzle de la existencia. Hace un año cuando supe que Santi Cucurella había dejado la dirección del FUMH, no lo entendí. Ha tenido que llegar la dama de noche para que su fragancia me descubra porque hace un año dejó la obra de su vida. No lo entendí porque él, igual que yo, sólo dejan si hay una causa mayor…

A estas alturas sigo sin entender porque el cáncer sigue siendo un nombre maldito: el rector Lluis, del que hoy quería escribir, murió no de viejo sino por que no pudo vencer a una deletérea neumonía; el colega Goyo un infarto le colapso el corazón, ¿pero por qué se discrimina la enfermedad de Santi?

Mi relación con Cucurella estaba machihembrada no porque pensáramos más o menos, sino todo lo contrario; pero para llevarse bien conmigo no es preciso comulgar con mis ideas. La conexión que establezco es inasible, son vibraciones…

Me gusta la educación, la sinceridad, la honestidad… y esos atributos eran los que me atraían de Santi Cucurella.

He arrancado esta carta de despedida diciendo que casi todos los que le querían estuvieron en la despedida de este jueves a las cinco de la tarde. He puesto el casi, porque yo no pude estar…

 

Roberto Giménez

 

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