Los separatistas, recuérdese que son un tercio de ciudadanos, han puesto el grito en el cielo y, como se decía en la antigüedad, se han rasgado las vestiduras con grandes aspavientos.
El Tribunal Constitucional ha declarado nulas las dos primeras frases del artículo 3.3 y los apartados 4 al 9 del artículo 16 de la Ley de Consultas aprobada el 9 de Septiembre pasado con los votos a favor también del PSC.
Lo que sorprende a los unionistas catalanes, recuérdese que son dos tercios de ciudadanos, y a los observadores europeos es que toda una institución de prestigio como es el Parlament de Catalunya, el cual, además, se supone que cuenta con el asesoramiento de juristas reconocidos, no sepa o no tenga plena conciencia de que la ley que está aprobando no pasará el tamiz Constitucional.
Cuesta creer que los parlamentarios catalanes sean así de ingenuos, por tanto, el ciudadano razona y opina:
- A) Los parlamentarios juegan al si cuela, cuela, lo cual supone un desprestigio para ellos cuando el TC les tumba por unanimidad la norma y, también supone un desprestigio para la institución que, a su vez, repercute negativamente en el prestigio general de Catalunya pues da la sensación de que sus representantes practican la técnica del buhonero.
- B) Los parlamentarios conocen de sobras que la ley no colará, pero, la aprueban. Este caso es visto como una falta de respeto a la ciudadanía, incluso un engaño, y una argucia para que el victimismo catalán del tercio separatista no decaiga sino que se fomente.
Hace unos pocos días, “el juez” presentó a bombo y platillo un simulacro de constitución para Catalunya, el cual no fue recriminado o rechazado por las fuerzas vivas de la independencia sino que fue ensalzado y objeto de difusión en medios afines. Ahora resulta que ese simulacro no sirve para nada. El juez ha de estar desolado por el escaso recorrido que ha tenido su manuscrito.
El flamante comisionado para la transición nacional afirma haber recibido el encargo de elaborar un proyecto de constitución provisional que entraría en vigor el día de la desconexión de España. La cosa apunta a que esa pre-constitución será obra y capricho exclusivo del catalanismo disgregador y no pasará trámite fiscalizador alguno. Para no vilipendiar lo que es y cómo se hace una Constitución, lo correcto sería buscarle otro nombre a ese invento, por ejemplo, Código Referenciador Básico para una Entelequia Independentista.
Es curioso que a raíz de un acto de más integración con Europa, los secesionistas hayan descubierto la palabra “desconexión” y se hayan apropiado de ella usándola a diestro y siniestro. Los secesionistas andan muy preocupados recogiendo ideas de los recovecos más insólitos y antagónicos a su causa.
M. Riera