Dicen que el suflé soberanista va a la baja. No estoy nada de acuerdo. El soberanismo ni me parece un suflé ni creo que vaya a la baja. A mi particularmente, el independentismo siempre me ha parecido más un flan. Y no va a la baja, sino que está de rebajas.
Me explico.
Es cierto que últimamente, en las redes sociales, en los medios, en la calle, se ha relajado de forma evidente aquella presión independentista que existía en las semanas y meses previos al 9N. Sin duda, el fracaso de la consulta, que vino a demostrar que sólo hay un tercio de catalanes en favor de la independencia, y el posterior estallido de guerras internas en el seno del secesionismo – ERC contra CiU, CDC contra UDC, la CUP contra todos, los indepes heavy contra los Ligth,…-han contribuido a restarle fuelle a lo que hace unos meses parecía un movimiento que iba a comérselo todo. En realidad no es que ayer fueran muchos y hoy sean menos, sinó que siempre han sido los mismos. Lo que sucede que ese tercio de catalanes independentistas, ayer hacían mucho ruido y se agitaban mucho y hoy se han decididamente enfriado. Básicamente, por que aquellas “expectativas” que muchos tenían hace unos meses de que eso de conseguir la independencia era tan fácil como comprar un billete para Port Aventura, se han rebajado al chocar contra la dura realidad. Y ahora, tras la rebaja en las expectativas, llega inevitablemente la rebaja en los planteamientos maximalistas. De ahí que el independentismo pierda también fuelle en las encuestas, y aumenten los que apuestan por opciones como la federalista. Y las rebajas, lenta pero inevitablemente, seguirán.
¿Y por qué me parece el soberanismo un flan?
Básicamente, porque tejido a golpe de talonario, de compra de voluntades y clientelismo, su consistencia es tan endeble como ese postre que aparenta ser muy compacto pero que tiembla al completo sólo con tocarlo un poco.
El nacionalismo-independentismo en Catalunya ha estado acostumbrado, en los últimos treinta años, a campar a sus anchas sin que nadie ni nada le planteara alternativas de forma decidida. Ahora, sin embargo, la parte de la sociedad catalana que quiere seguir siendo española o que simplemente rechaza aventuras insensatas, ha empezado a movilizarse para construir esa alternativa social no nacionalista. El resultado está siendo una explosión de nuevas entidades y colectivos que abarcan los más diversos aspectos de la vida asociativa. Y la más eficaz y transversal de todas, la que más molesta, es sin duda Societat Civil Catalana (SCC).
Con unos pocos meses de vida, con mucho entusiasmo y pocos recursos, la entidad surgida de la sociedad catalana ha demostrado que es capaz de hacer temblar, con sólo tocarlas, hasta las famosas “estructuras de Estado” en los que la Generalitat tanto tiempo y dinero invierte. Y las hace temblar como si fueran un flan, desde su base hasta la cúspide. Es tanto así que todos los que comen del proceso soberanista, viendo que se amenaza su pitanza, están empezando a atacar a SCC con todos sus recursos. Los honestos y los que no lo son.
La prueba la tenemos esta misma semana.
Hace unos días, el presidente de la Generalitat Artur Mas se dirigió al cuerpo consular en Barcelona para venderles “el procés” y las “plebiscitarias” del 27S. Esta semana, Societat Civil Catalana se ha dirigido a ese mismo cuerpo consular para denunciar “el plan rupturista” que promueven Mas y su socio Junqueras en esas elecciones.
Los comedores de flan se han puesto de los nervios y se han lanzado en tromba contra SCC por atreverse a hablar con el cuerpo consular en contra del procés. “Teniu odi a Catalunya” les decían desde el digital directe.cat. Y los acusaban, además, de tener una turbia financiación y de ser una especie de «Ku klux klan» a la catalana. Tiene gracia que esas descalificaciones procedan de un medio sectario y subvencionado en los últimos años de forma generosa por los constructores de “estructuras de estado”. Tiene su coña que quien lo edite sea el exdiputado de ERC, Joan Puig quien debe su fama más que a sus grandes piezas periodísticas, o a su oratoria parlamentaria, a las chanzas que provocó su humorístico asalto a la piscina de la casa de Pedro J. Ramírez en Mallorca.
Sin duda los de SCC van bien encaminados en sus actuaciones. Los comedores de flan están alarmados.
Diábolo