goyomartienez

El periodista y escritor de Mollet, Goyo Martínez Miguélez, ha muerto esta mañana a la edad de 47 años como consecuencia de un infarto mientras estaba dando un paseo. Goyo Martínez, nacido en 1967 en Leon, aunque trasladado a Mollet desde niño, había iniciado su carrera como periodista en Ràdio Mollet y había sido corresponsal de Revista del Vallès en esta ciudad durante una corta etapa. La mayor parte de su trayectoria la desarrolló en la Agencia EFE donde se especializó en crónica de Tribunales.

Licenciado en Periodismo por la UAB, fruto de su interés por el mundo judicial y la información que generaba, se licenció posteriormente en Derecho.

En 2008 publicó “”Pido la palabra. Víctimas del terrorismo: una crónica íntima” un libro-documento que causó gran impacto ya que por primera vez daba voz a las víctimas del terrorismo y sus problemas, sin adulaciones y sin complejos. En 2011 inició su incursión en el mundo de la literatura con su primera novela, “El espia de Madrid”.

Entusiasta de las redes sociales, horas antes de su inesperado fallecimiento escribió esta pequeña pieza en Facebook:

Buenas noches, mundo.

El Viejo de la Imprenta me rogó que le acompañara. ¿Adónde?, le pregunté. Insistí. No hubo respuesta. Como si fuera el secreto mejor guardado, el suyo. Le seguí. De todos modos, le hubiera seguido, con los ojos cerrados.

Me condujo a la taberna del pueblo, la única, donde la madera del suelo crujía como palabras entrecortadas, empolvadas que flotaban en el aire, palabras que hicieron más fácil el camino.

Dicha taberna aún retenía recuerdos de aquellos -los del pueblo- que un día marcharon a luchar por la libertad y nunca regresaron, pero cuyo espíritu siempre estaría allí, apoyados sobre la barra, bebiendo unas cervezas por los momentos felices, momentos que siempre lo serían.

Seguí los pasos del Viejo, hasta un rincón de la taberna. Casi en penumbra, se vislumbraba a un hombre viejo, de cabellos desordenados y canosos, con aspecto de sabio loco.

– Mi querido y joven amigo, te presento a…

No le dejé acabar. No quise dejarle acabar.

– ¡No puede ser!- exclamé.

– ¡Pues sí! Es él- respondió el Viejo.

Me froté los ojos. Pensé que solo era fruto de mi imaginación. Lo que veía no existía y, sin embargo, lo estaba viendo. Quizá solo era producto de un efecto mágico. Entonces, aquel hombre, que se asemejaba extraordinariamente a Albert Einstein, dijo:

– Mi querido e ingenuo amigo de mi querido Viejo de la Imprenta: hay dos maneras de vivir la vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro.

Luego, el hombre de cabellos canosos y desordenaos calló y devolvió la mirada sobre una servilleta de papel en la que anotó: “el que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados”.

Feliz noche, mundo. Siempre guardaré, como paño en oro, aquella servilleta. ¡Es mágica!.

Foto: Facebook Goyo Martínez

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