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Esta tarde Artur Mas comparecerá ante el Parlament para dar cuenta del caso Pujol. Y lo hace gracias a su socio de gobierno -ERC- que lo ha dejado con el culo al aire. Con amigos así, quien quiere enemigos.

Que Mas está vinculado a la familia Pujol se sabe desde la primera vez que apareció en escena. Ha sido el niño mimado y el sucesor de todo aquello que ya funcionaba. Mientras el padre Pujol se dedicaba a construir una Generalitat inexistente desde el final de la guerra civil, la familia se encargaba de hacer dinero para soportar las posibles inclemencias.

Estas no llegaron nunca y la familia se ha hecho multimillonaria. Desde el último gobierno Pujol el actual Mas es conocedor de todo. Lo mismo que Prenafeta ha decidido callar e indirectamente ayudar la clan. Todo es conocido y todo ha sido aceptado. Esa es la miseria política catalana. No ya sólo la corrupción, que también. Lo triste de la historia es, como escribió Groucho Marx, surgiendo de la nada llegamos a las cumbres más altas de la miseria. Y los Pujol son un ejemplo claro de ello.

Mas ha callado y ha cedido porque durante el tripartito los Pujol le ayudaron a mantenerse fuerte y en pie, mientras el tripartito hacía de las suyas. Fueron ocho años donde el dinero Pujol fluyó en medios de comunicación y en otros ámbitos afines a los intereses de CDC. Todo estaba estructurado y todos estaban convencidos que Mas recuperaría la Generalitat y después se recuperaría la inversión realizada.

Toda esta miseria política y económica salió a la luz el día que Jordi Pujol se presentó ante el Parlament. Algunos ya conocían los entresijos del clan desde mucho tiempo atrás. Otros se rasgaron las vestiduras y se escandalizaron. Esos muchos habían cerrado los ojos durante décadas y no quisieron ver nunca la realidad de las cosas. El cortijo catalán fundado por el patriarca tenía un punto central en el President y anexos en los hijos. Mientras todo iba bien -el President era el padre del clan- los tantos por ciento entraban en las arcas familiares, las de CDC y las de la Generalitat. Todo este entramado económico era lícito para muchos, porque o aceptaban o cerraban sus empresas. La Generalitat surgida en la transición se estructuró gracias a la corrupción. Y quien diga lo contrario miente.

Mas comparecerá ante el Parlament y, como sucedió con Jordi Pujol, las cosas seguirán igual que antes de la comparecencia. Se le preguntará y él dirá lo que le parezca. Intentará salvar los muebles porque estamos a ocho meses de las elecciones. Mas intentará conservar su prestigio, hacerse la víctima y salir airoso de un trance que nunca hubiera sucedido si su socio fuera fiel y leal al President. Mas es vengativo y esta jugada la pagará cara ERC.

Y, como dice Salvador Sostres: “A fin de cuentas, lo de Oriol y las ITV no es más que un insignificante aperitivo; y Mas no tiene que tener ningún problema para salir airoso de su comparecencia. Como siempre en Cataluña, de lo realmente importante, ni se va a hablar”.

Así pues, todo quedará igual. No sabremos nada nuevo. Ahora bien, que se prepare ERC, pues Mas se vengará.

César Alcalá

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