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El KH-7 Epsilon Team vivió este miércoles una odisea en la cuarta etapa del Dakar 2015. Jordi Juvanteny, el roquerol José Luis Criado y Enric González conocieron la auténtica cara del rally raid más duro del mundo y, probablemente, uno de los momentos más difíciles de los muchos que han vivido durante las 65 ediciones que ya acumulan entre los tres. Los 174 kilómetros de la especial se les hicieron interminables, hasta el punto de celebrar su llegada al campamento -cuando sus rivales ya empezaban a partir- como si hubieran ganado un título.

Después de tres jornadas bastante tranquilas, el MAN de KH-7 tuvo desde el principio una etapa muy ajetreada, entre Chilecito y Copiapó. El motivo fue que cuando apenas llevaban recorridos 40 kilómetros se encontraron con el camión pilotado por Gerard de Rooy averiado. El holandés había roto el diferencial del eje trasero de su Iveco como consecuencia de un golpe y el recambio viajaba en la caja del vehículo pilotado por Juvanteny.

La tripulación del KH-7 Epsilon Team cumplió con su misión de asistencia en carrera del team holandés y remolcó al vencedor del Dakar 2014 hasta la zona de dunas, llegando a vivir situaciones de riesgo e incluso a romper una eslinga. “En la arena era imposible que un camión remolcase a otro y tuvimos que convencer a De Rooy que era peligroso continuar”, explica el piloto Jordi Juvanteny. Al final, el holandés logró reparar la avería y llegar al campamento por sus propios medios.

Cuando el equipo español reanudó su marcha en solitario ya habían perdido alrededor de tres horas y era de noche. Juvanteny, Criado y González todavía debían superar una parte final por el desierto de Atacama con sus peligrosas dunas de Copiapó. “Fue un calvario, desllantamos tres veces y nos encontramos con mucha gente con problemas. Ayudamos a un motorista y a un coche que estaban en apuros. Para colmo, nos embistió un coche de unos rusos que iban como locos y tuvimos un serio intercambio de opiniones”, narró el copiloto José Luis Criado.

Ya de la madrugada, el MAN 6×6 de KH-7 se quedó encallado en una cubeta, rodeado de dunas a sólo 25 kilómetros de la línea de meta. “Estábamos entre auténticos muros que eran imposible de superar en plena noche. Por eso, hacia las tres de la noche, decidimos intentar dormir algo a la espera de que se hiciera de día. Ya con luz, lo volvimos a intentar pero no había manera y vivimos momentos muy duros porque pensábamos que allí se acababa nuestra carrera”, añade el navegante Enric González.

Pero cuando todo parecía ya perdido, apareció de la nada el camión pilotado por el andorrano Jordi Ginesta como un ángel salvador que les sacó del atolladero con la ayuda de una eslinga. “Fue un momento increíble que celebramos como si hubiéramos ganado la carrera. Nos abrazamos los tres emocionados con lágrimas en los ojos”, confesó el copiloto Criado, el español con más ediciones del Dakar disputadas: un total de 25.

Otro momento muy especial, que a buen seguro jamás olvidarán, fue cuando llegaron por fin al campamento, coincidiendo con la partida de los primeros camiones hacia la salida de la etapa 5. “Nos recibieron con una ovación que nos hizo sentir como héroes. Después de la odisea que hemos pasado, nos sentimos orgullosos de ser el único 6×6 capaz de superar toda la especial”, sentenciaba Juvanteny.

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