JORDI ABAYÀ
La inauguración del curso académico 2012-2013 de la Fundació Universitària Martí l´Humà dejó pequeño el Teatro Municipal de La Garriga El Patronat. Este martes no sólo no había ni una silla vacía en todo el recinto sino que un gran número de personas tuvieron que quedarse de pie al fondo y en los laterales de la sala. La razón aparente de este éxito, superior al de otros inicios de curso, era la presencia como conferenciante de la monja benedictina y doctora, Teresa Forcades. Antes de la intervención de Forcades el presidente de la Fundació, Santi Cucurella, la alcaldesa de La Garriga, Meritxell Budó y el presidente del Vallès Oriental de la Acadèmia de Ciències Mèdiques i de la Salut de Catalunya i Balears, Ramon Fitó, entregaron las placas “Museu vivent” a la dibujante Pilarin Bayés y al luthier local, Esteve Marquès.
La teóloga y monja benedictina, Teresa Forcades, intervino con una lección inaugural titulada “La medicalización de la sociedad”. Aunque al principio, la conferenciante hizo temer a más de uno que la lección podía ser tediosa, rápidamente se metió al público en el bolsillo con un discurso ameno. La doctora explicó que si en el siglo XIX medicalizar significaba mejorar la salud de la población, ahora equivale a «tratar como enfermedad algo que no lo es, a considerar enfermas a millones de personas que no lo están». Forcades explicó que esto había pasado por ejemplo con la “edad del pavo” de los adolescentes. “Lo que antes era considerado un comportamiento humano normal es ahora una patología”. El resultado: hoy en Estados Unidos el 45% de los adolescentes son medicalizados.
La monja benedictina también destripó otras “patologías” modernas como la obesidad o la hipertensión. Cuestionó el llamado Índice de Masa Corporal, que mide la obesidad, y explicó que lo que se había iniciado como un estudio promovido por una empresa privada había acabado siendo asumido por la OMS.»En EEUU, de la noche al día, 31 millones de personas pasaron a ser obesas y, por tanto, enfermas», denunció.
Forcades fue especialmente dura en contra de la vacuna del virus del papiloma humano que calificó de experimental y recomendó «no administrarlo a las niñas y dejarla para las mujeres adultas».