JORDI ABAYÀ
En el ámbito de la recogida de residuos, existe la sensación de que existen bandas organizadas dedicadas al tráfico de chatarra y metales. Desde hace meses no pasa semana en que alguna de las 24 “deixalleries” de la comarca no reciba la “visita” de personas dispuestas a arramblar con todo lo que resulte valioso: baterías, cobre, ordenadores y televisores viejos, material de carpintería de aluminio… No es una exageración: desde el 3 de agosto se han detectado robos en Sant Celoni –en dos ocasiones, el 3 y el 23 de agosto-, Canovelles, Bigues i Riells, La Roca, L´Ametlla del Vallès y Castellterçol. En algunos casos, comentan fuentes del Consorci de Residus del Vallès Oriental, se trata de actuaciones de personas movidas por el afán de supervivencia. En otros casos, por el volumen de lo sustraído, por la forma como se hace, existe la sospecha que se trata de tramas organizadas de acuerdo con algunos gestores de residuos.
CAMBIO DE POLÍTICA
Al inicio de los asaltos a las “deixalleries”, allá por el 2008, en los albores de la crisis, el Consorci de Residus se limitaba a reparar las vallas maltrechas por las incursiones, a lamentarse y a limpiar. No era infrecuente que los ladrones, ante la falta de vigilancia y seguridad en las “deixalleries” se entretuvieran en su interior seleccionando lo que querían llevarse y dejando lo que no les interesaba. El Consorci, a medida que aumentaban las incursiones, aumentó las medidas de seguridad y las débiles vallas que tenían algunas de estas instalaciones fueron sustituidas por cercas metálicas de más de dos metros de altura. Este año, sin embargo, el Consorci de Residus, ante el elevado número de asaltos, ha decidido endurecer su postura y dar luz verde para personarse como acusación particular que cada vez que alguien sea atrapado entrando o llevándose material de una “deixalleria”. Hasta ahora, si se daba el caso, al no existir esta acusación, los ladrones se iban de rositas. Esta nueva política ha empezado a dar sus frutos. Este mismo viernes en el consejo de Administración de la empresa Serveis Ambientals del Vallès Oriental SA (SAVOSA), dependiente del Consorci de Residus, está prevista que se de cuenta de la primera sentencia condenatoria por robo en una de las instalaciones de recogida selectiva de la comarca. Dos personas – Y. A y J. B– de nacionalidad marroquí han sido condenados a 4 meses de prisión por “tentativa de robo con fuerza en las cosas en grado de tentativa”. Los dos condenados fueron atrapados el pasado 6 de septiembre, a primera hora de la tarde, por la policía local de Bigues i Riells mientras se encontraban en el interior de la “deixalleria”. Al parecer aprovecharon la salida de los operarios para saltar las vallas e intentar llevarse el material allí depositado. El representante y abogado de SAVOSA, Daniel Cortés, de acuerdo con la nueva política, se personó en el caso y pactó con la fiscalía y el abogado de los detenidos una pena de seis meses. La condena se quedó finalmente en cuatro porque ninguno de los dos detenidos – cosa que parece probar que el robo era por supervivencia – tenía antecedentes penales. En la actualidad, el abogado de SAVOSA tiene trabajo en este terreno, ya que tiene pendiente su presentación como acusación particular en casos que afectan a otros doce detenidos por asaltos o tentativas de robo a “deixallaries”.
Puede que en el futuro haya penas de mayor calado al del caso de Bigues i Riells. La condena en este caso era por “tentativa de robo”. La legislación prevé que si los responsables hubieran estado en posesión de objetos robados la pena podría ser de hasta un año. En el caso, además, de que el condenado tuviera antecedentes penales, podría darse el caso incluso de su ingreso efectivo en prisión.
LA ALTA VALORACIÓN DE LOS METALES LA CAUSA
La razón fundamental por la que resulta lucrativo robar en una “deixalleria” – no hay que olvidar que se trata de lugares donde se depositan productos que la gente tira- es por el alto precio que han alcanzado los metales en los mercados internacionales. El cobre se paga muy bien en los chatarreros, pero también otros metales como el aluminio, el acero o el hierro. El interés, por ejemplo, por los monitores o televisores es que con frecuencia incluyen bobinas de cobre. Este mayor interés por la chatarra ha hecho que su aportación a las desecharías no haya parado de disminuir. En el año 2011, según detalla la memoria del Consorci de Residus del Vallès Oriental, sólo se pudieron gestionar – es decir entregar a los gestores autorizados- 408 toneladas de chatarra. Esta cifra representaba una reducción de un 48% en relación al 2010 y de un 72% respecto a 2007.
La recogida de materiales en pequeñas cantidades – que incluye los aparatos electrónicos- ha pasado de las 2000 toneladas en 2009 a sólo 1.500 en 2011. El mismo Consorci destaca lo significativo de la disminución de aparatos electrónicos y eléctricos. Sin duda todas estas cifras se explican porque se tira mucho menos, pero también por el aumento de los robos.