Foto: Xavier Solanas

JORDI ABAYÀ

La nueva gatera del refugio de la Associació Protectora d´Animals de Granollers (APAG) parece un mercadillo. A las diez de la mañana los 16 gatos adultos y los 15 cachorros se desperezan bajo las moreras que los cobijan del sol, entre neumáticos, cajas de colores y esteras de diversos tamaños. “Estas alfombras nos las dieron en Ikea, estas cajas son del Soldat Plantat…” me explica la presidenta de la APAG, Elena Manso, mientras me muestra las instalaciones que han construido en los últimos meses a base de aportaciones y trabajo de voluntarios.  Está satisfecha de ello y se nota: pone el énfasis en explicar la historia de todos y cada uno de los objetos que los felinos utilizan en su gran vivienda. “Esto lo elaboró una voluntaria”, me explica mientras me muestra un iglú hecho de ganchillo. Sin duda, le comento, es la mejor gatera que he visto nunca. Mucho mejor que la que existía hace ahora un año cuando las instalaciones de los felinos del antiguo Centre d´Acollida d´Animals Domèstics (CAD) se reducían a tres enormes jaulas. Ahora, los espacios para los gatos son amplios y alegres. La gran gatera que es orgullo de la APAG está junto a otra mucho más pequeña en que se aisla a los animales enfermos. También han construido una doble puerta que separa a los gatos de los perros, los auténticos amos del lugar. La que fuera perrera del Consell Comarcal aloja en la actualidad a más de un centenar de animales. A la hora en que visitamos las instalaciones, en el momento en que los voluntarios hacen la limpieza diaria, los animales están repartidos por los diferentes patios. La APAG ha suprimido el antiguo aparcamiento de los empleados del centro y lo ha convertido en un nuevo patio. Los animales, dóciles, se acercan a saludar a los invitados. Es inevitable que un par de los más grandes te acaben por plantar las patas sobre la camisa recién lavada y recibir lametones en las manos. Manso me los va presentando y explicando su historia. “A ésta le llamamos Bisa, de bisabuela, porque es muy viejita…Este otro tiene displasia y lo llevamos dos días a la semana a L´Ametlla para bañarlo en la piscina…”.  Un perro, que se está curando de una enfermedad de la piel, llama la atención por las piedras que le cuelgan del cuello. “Un voluntario practica el Reiki y terapias alternativas como las flores de Bach”, comenta. Me cuenta también que el centro mantiene la cifra constante de un centenar de perros y que eso se consigue pese a que hay entradas nuevas todas las semanas. El equilibrio lo han conseguido a base de las adopciones. A pesar de los tiempos que corren, que favorecen a los abandonos, hay visitas todos los días de personas interesadas en llevarse un animal a casa. También colaboran con varias entidades proteccionistas alemanas que se llevan los perros hacia Centroeuropa.

El refugio de la APAG es un constante ir y venir de voluntarios. Cada día una media de diez personas acuden al lugar a hacer las labores que necesitan los animales del Coll de la Manya: fregar las instalaciones, repartir la comida, pasear a los perros, atender a cuestiones burocráticas… Hay también tres veterinarios voluntarios que se encargan de las castraciones/esterilizaciones y las vacunaciones. Las instalaciones, el centro en general,  gracias a su labor, parece funcionar mejor que nunca. Y a un coste irrisorio. Parece el milagro, no de los panes y los peces, sino de los perros y los gatos.

Quien deberá valorarlo será el Ayuntamiento de Granollers a inicios del año próximo. En enero, hará un año que el Ayuntamiento cedió a la protectora local las instalaciones que antes había gestionado el Consell Comarcal. Era el tiempo que se fijó para evaluar si la experiencia que el antiguo CAD fuera gestionado directamente por una protectora era una buena solución. “Pensamos que están contentos”, comenta al respecto Manso. La Guardia Urbana no tiene ningún problema cuando localizan algún perro o gato abandonado del que se desconoce el propietario – la protectora lo recoge y se hace cargo de él – y a cambio el coste es muy bajo: soló la cesión de las instalaciones y el pago de los servicios básicos.

Cuando la APAG se hizo cargo de las instalaciones del Coll de la Manya sólo prestaba servicio al Ayuntamiento de Granollers. Ahora también se encarga, tras firmar diversos convenios, de los animales abandonados en Canovelles, Santa Maria de Palautordera, Vilanova, Vallromanes, Martorelles y Aiguafreda. Aunque la gente no sabe eso. “Recibimos llamadas de todas partes. Es un horror”, se lamenta Manso. Especialmente ahora que otra gran protectora de la comarca, la SPAM, que hace recogida en poblaciones como Mollet o Montornès, atraviesa una difícil situación económica por su apuesta por la profesionalización. Alguno de los ayuntamientos, ya ha sondeado a la APAG, sobre si podrían recibir sus animales en caso de que la SPAM acabara cerrando sus puertas. La APAG, empero, no se plantea crecer más allá de sus límites actuales y consideran que asumir la recogida de animales de otros municipios podría suponer degradar el actual servicio. Al contrario, lo que desearían, es poder ampliar los actuales espacios para mejorarlo aún más. Están estudiando cómo reformar el único patio que no tiene suelo de cemento y han pedido al Ayuntamiento de Granollers que les ceda una finca aledaña al centro para poder sacar a pasear a los perros.

PUENTE PERRUNO A ALEMANIA

El refugio de la APAG en Granollers se ha convertido en parte de un proyecto más amplio de ámbito europeo. Las protectoras alemanas con las que trabajan, y que adoptan algunos de los animales que aquí abandonamos, hacen lo mismo con perros y gatos procedentes de otras partes de España, especialmente Andalucía. El refugio de Granollers actúa de puente y es utilizado para que los animales que proceden del sur peninsular hagan un alto en el camino antes de seguir su camino hacia el norte de Europa. La APAG garantiza, además,  que los animales viajen en las mejores condiciones posibles y con toda la documentación y permisos en regla.

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