PACO MONJA
—Se retira usted.
—Este fin de semana será el último que esté al frente del kiosco, un trabajo al que me he dedicado durante más de 28 años. ¡Casi toda una vida!
—¿Y cómo le ha ido?
—Ha habido años especialmente buenos, pero desde hace unos años para acá… La crisis ha llegado también al kiosco. Son momentos difíciles para todos, pero vaya, yo ya pensaba en el retiro…
—Situación general de los kioscos…
—Es un oficio en vías de recesión, ya que como es bien conocido el sector de la prensa está cambiando a todos los niveles. Ha llegado Internet y eso se nota mucho. Y luego está el tema de las distribuidoras, que nos dan palos por todos lados.
—¿El kiosco desaparecerá?
—Quedarán únicamente los más céntricos, aquellos que tengan un público fiel y entusiasta seguidor de la prensa escrita. ¿Qué será de la prensa en general? Aún la quedan seguramente unos años, pero luego ya veremos… Los chavales jóvenes no acostumbran a comprar prensa y los clientes más asíduos que se acercan por el kiosco superan ya los cuarenta o los cuarenta y cinco años.
—El tiempo que ha pasado en este enclave…
—He vivido bien y también he disfrutado mucho como vendedor de prensa. ¿Los mejores momentos del negocio? Hace diez años más o menos.
—¿Qué pasaba entonces?
—Cuando venía el cliente no compraba únicamente el diario, sino también las revistas del corazón, los cuentos para los niños, tabaco si era el caso… Ahora, el diario y… justo. Las cosas han cambiado mucho.
—¿Cómo se ve Granollers desde el kiosco?
—De maravilla, porque hay una vista muy especial. Por este punto y a lo largo del día pasa muchísima gente. Es todo un espectáculo en ese sentido. Y hay gente que quiere hablar, otros que preguntan diversas cosas…
—Lo mejor…
—Los clientes. Cuando se consigue una fidelización de los clientes se consigue también una relación especial, ya que el contacto y la relación se transforman casi en permanente. Muchas de estas personas se convierten igualmente casi en miembros de la familia.
—Lo peor…
—No tengo ningún reproche que hacer. El único y principal problema está en relación con las muchas horas que hay que hacer, pero a partir de ahí… Es un oficio que necesita mucha dedicación y tiempo. Y claro, hay que dedicarle muchas horas. Es un negocio que también ha tenido sus años buenos. Ya se sabe, los negocios cambian…
—Llegado el momento del adiós con sus clientes…
—Sólo me queda agradecerles la fidelidad a muchos de ellos y también igualmente las consideraciones que han tenido conmigo.
—Durante muchos años REVISTA DEL VALLÈS ha estado en sus manos…
—Y he seguido los años más importantes de su trayectoria y los buenos tiempos en los que era un referente como revista informativa que se vendía muy bien por las informaciones, por sus ofertas de trabajo… Evidentemente se sigue pidiendo y son muchos los lectores que la siguen fielmente.
Sebastián Chico Zarco (Cehegín, Murcia, 5-3-1952). Kiosquero. Regenta desde hace algo más de 28 años el Kiosco Girona, situado en la plaza donde se encuentra ubicado el monumento dedicado a Anselm Clavé y muy cerca del cruce que forman las calles Agustí Vinyamata, Avinguda del Parc y calle Girona, de donde toma el nombre. La situación estratégica del kiosco le convierte en un espacio referencial para aquellas personas de la zona o que pasan constantemente. Durante todos estos años, Sebastián ha dedicado todo su tiempo a un trabajo, dice, que le ha dado grandes satisfacciones y que ha sido su vida. Ahora, llegado el momento del retiro tendrá la oportunidad de ver la vida desde la otra orilla, ya que a lo largo de todos estos años se ha dedicado al trabajo casi de una manera vocacional: “Al principio no hacía vacaciones y era un no parar constante”. El trabajo de los quiosqueros se ha convertido en la actualidad en una ocupación que presenta por sus singularidades horarias (si se quiere que funcione bien ha de estar abierto durante todo el día) unas características muy pecualiares que sabe bien Sebastián, que ha tenido la ayuda puntual de su mujer: “Es que es un espacio que no puedes dejar solo ni un momento…”. A finales de este mes el actual responsable del punto de venta de prensa y otros artículos dejará una tarea diaria que le obliga a levantarse a las cinco y media de la mañana y a permanecer en él hasta las ocho de la tarde: “Ha sido una gran experiencia profesional, pues te permite estar en contacto permanente con la gente y muchos de los clientes se han convertido finalmente en amigos… y algunos otros son casi de la familia”. Este fin de semana será el último que dedica a una profesión, afirma, que le ha proporcionado grandes satisfacciones. Sebastián está casado con Encarnación Santiago, con quien tiene dos hijos: Gerardo de 35 años y Esther de 33. ◊