Roberto Giménez

En esta CARTA DEL DOMINGO quería hablar, como no, de política. Tenía dos temas uno de política local para contar ejemplos de que no es cierta la afirmación de que en política no existe casualidad, que dicen los paranoicos. La política es un partido de paranoia que no es exclusiva de la derecha sino de cualquier partido viejo o nuevo…

El segundo asunto que tenía en mente fue la manifestación que organizó la Falange de José Antonio tras el Golpe de Estado contra la II República Española organizada por el presidente de la Generalitat, Lluis Companys en octubre de 1934, a favor de las Unidad de España que hoy domingo se repetirá en la plaza de Colon de Madrid. La Historia siempre se repite con otros protagonistas…

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Pero no hablaré de política sino de sociedad, y de Granollers. De Memoria Histórica que interesará más a los granollerenses pero no sólo a ellos. Es la continuación de LA CARTA anterior que versó sobre la muerte de Jaume Traserra Cunillera, obispo emérito de Solsona, enterrado en la Iglesia de Sant Esteve a final de enero…

Recuerden: conté que en los años del hambre el padre decía que su hijo  (en 1940 tenía seis años) llegaría a ser obispo no por él sino por su santa mujer, la señora Cunillera, devota con una capilla en casa. Su palacete era un Sagrario…

Lo contaba en las tertulias de los señores de la ciudad que se reunían después de cenar todas las noches en el Casino ante los patricios de Granollers. La semana pasada dije de los caciques, si hubiera dicho de los prohombres de la ciudad no se hiera cabreado mi amigo Santi Montagud.

Los testigos de esta conversación (me faltaba dieciocho años para nacer, a él uno menos), fueron prohombres importantes: alcalde Francisco Llobet, el secretario vallesano de FET y de las JONS, Pere Viaplana, y el secretario de los sindicatos verticales (CNS), José Antonio Cabrera. Los tres me hablaron de ‘caciques’ porque le tenían inquina al cacique principal de la Granollers del hambre: el rey de la patata.

El Rey de la patata era Mariano Ganduxer, que cuentan que la calle Ganduxer de BCN lleva su nombre, me lo contó Viaplana.

Ganduxer ponía y quitaba alcaldes por eso estas tres honorables personas. Tuvo el honor no sólo de conocerlos sino de ser amigos. Los tres eran muy distintos pero se fiaban de mi, y yo de ellos. Tanto que recuerdo el día y año en que se murieron, como si fueran de la familia.

Los tres estimaron mucho al notario y considero que no fui justo en decir que era un ‘cacique’ porque no lo fue.

No busco la reconciliación con el señorito poeta, mi antiguo dualista de esgrima. Mis antiguos lectores lo saben…