El problema de Carla

by valles | octubre 20, 2016 6:36 am

Lucia Rodríguez[1]
Lucia Rodríguez

Frecuentemente, nuestro modo de pensar puede ser disfuncional y acarrearnos graves problemas y malestar emocional. Por ejemplo, muchas veces llegamos a conclusiones sin tener apenas pruebas. Y eso se explica por la tendencia universal que tenemos las personas de aferrarnos a la primera explicación que se nos puede ocurrir y no buscar otras explicaciones alternativas más favorables.

En este caso que vino a consulta que aquí expongo podemos observar cómo nuestro modo de pensar con frecuencia resulta disfuncional y puede provocarnos mucho sufrimiento sin fundamento.

Carla, una chica joven,  guapa, que dirigía un centro de negocios, intentaba entender por sí misma por qué Tomás, su pareja, estaba en silencio todo el camino de vuelta de una fiesta que habían acudido juntos. Tomás era bastante hablador normalmente, ya que además era comercial. Él no dijo nada durante un buen rato, así que Carla pensó automáticamente: “Tomás está callado…, debe de estar enfadado conmigo”. Al intentar leer la mente de Tomás, Carla atribuyó su silencio a que estaba enfadado con ella. Si sólo fuera eso…, pero el razonamiento, lo que ella creía que pensaba y sentía Tomás, no acabó aquí. Carla continuó rumiando: “quizás he dicho o hecho algo que le ha ofendido”. Al creer en su propia mente que Tomás estaba molesto con ella, su mente fabricó una predicción: “Tomás seguirá enfadado conmigo y acabará rompiendo conmigo”. Entonces, se sintió muy triste por el pensamiento de verse sola y abandonada.

Pero Carla no estaba pensando de una forma realista. Se quedó atrapada en unos pensamientos ficticios sobre la causa del silencio de Tomás y predicciones de futuro deprimentes. Otra persona, en el caso de Carla, podría simplemente haber pensado: “probablemente a Tomás se le pase esto en unos minutos”. La lectura o adivinación del pensamiento de otra persona tiene el inconveniente que podemos errar con mucha probabilidad y faltar a la verdad y esto puede ocasionar conflictos, malos entendidos, malestar emocional, etc. Si Carla continúa sacando conclusiones erróneas puede sabotearse a sí misma ya que:

Lo que ocurrió a Carla es algo muy común. Sobre-interpretamos los pensamientos y sentimientos y deseos de otras personas y estas interpretaciones son más una proyección nuestra (reflejo de nuestros estados internos, miedos y expectativas) que evaluaciones precisas de la realidad.

En los trastornos como ansiedad y depresión estos errores interpretativos ocurren constantemente, manifestando una predisposición a realizar observaciones negativas a partir de conclusiones rápidas. Por ejemplo, una mujer deprimida puede interpretar la mirada de fatiga y cansancio de su marido como una señal de que está harto de ella. Un novio ansioso piensa ante un retraso de su pareja a una cita: “tal vez ha tenido un accidente”. En ningún caso abren la posibilidad a otra alternativa: que el marido esté cansado o que la pareja sea impuntual.

Otro error que cometió Carla fue generalizar. Pasó de pensar: “Tomás está enfadado conmigo” a “Tomás siempre se enfada conmigo”. Luego siguió con una generalización mayor: “siempre ofendo a la gente” y esto le generó sentimientos depresivos. Estos pensamientos negativos la bloquearon y luego ya no pudo plantearse explicaciones diferentes al silencio de Tomás. Entonces, pensar negativamente, de forma no realista, le provocó tristeza y además la incapacitó para conversar con Tomás sobre el motivo de su silencio y el hipotético enfado.

Una mujer no tan sensible, con más seguridad en ella misma, actuaría en su situación de la siguiente forma: primero pensaría “¿Tomás está enfadado conmigo realmente justo ahora? Si es así, qué puedo hacer yo?” (orientación a resolver el problema en lugar de rumiar sobre él). Pero en el caso de Carla, no pudo llegar a resolver su problema porque se precipitó generalizando que Tomás siempre estaba enfadado con ella y que ella siempre ofendía a la gente. Esas ideas negativas la distrajeron del problema inicial y real del momento: “¿por qué está callado Tomás?”. Así Carla saboteó la armonía de la relación.

En conclusión, deberíamos detenernos antes de llegar a conclusiones y evaluar todos los hechos en una situación dada, pero normalmente nos lanzamos a explicaciones inmediatas y eso nos puede acarrear grandes quebraderos de cabeza: podemos leer rechazo erróneamente cuando un amigo está distraído, podemos creer que alguien está enfadado con nosotros cuando en realidad está tenso o ansioso.

Lucía Rodríguez

Psicóloga

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